EL CONFLICTO DE INTERÉS
Cuando el actuar público de las personas se contrapone con su interés privado, se dice que hay conflicto de intereses.
Artículo a favor de la regulación de alternativas de consumo de tabaco

Los seres humanos tenemos intereses y aspiraciones, quizá en las primeras etapas
de vida no somos conscientes de ello porque las experimentamos como necesidades; algunas básicas como comer o dormir, pero con el paso del tiempo la sociedad
y el entorno en que vivimos las moldean y se convierten en aspiraciones e intereses.
Incluso las relaciones interpersonales afectivas se construyen alrededor de intereses, donde siempre se espera reciprocidad “yo doy afecto y espero a cambio recibirlo”. Trabajábamos para cumplir estos deseos y la relación que existe entre sacrificios
y esfuerzos necesarios va constituyendo nuestro legítimo interés.
Los intereses pueden ser muy concretos, comprar un auto o vivir de manera independiente o, pueden ser ideales: servir a los demás, terminar una carrera para curar a las personas o promover acciones para defender un ideal, el medio ambiente, especies protegidas, etc.
Este continuo, que viene de nuestra individualidad, puede invadir o contraponerse
con intereses de otros individuos u otras organizaciones y crear conflictos, de ahí surgen estructuras para organizar y perseguir intereses comunes y ordenar esta búsqueda
sin invadir o afectar otros intereses o inclusive el desarrollo y permanencia del entorno.
Algunas organizaciones se han creado, desarrollado y fortalecido ofreciendo
a la sociedad satisfactores temporales o perdurables de necesidades.
La condición esencial es que todo se dé en el marco de lo social y legalmente aceptado, y si cada mejora o innovación es benéfica, está dentro del legítimo interés de la organización para crecer y aumentar sus ingresos.
Por otro lado, la sociedad espera que las estructuras de su gobierno y del Estado sean
lo suficientemente fuertes, sólidas y capaces para garantizar el nivel de seguridad
y protección que el momento histórico ofrece.
Recientemente, hemos sido testigos de una cada vez más polarizada discusión a nivel global sobre el papel de las empresas en la definición de políticas públicas en diferentes ámbitos de la sociedad, imputando a ellas buena parte del fracaso en la definición, instrumentación, aplicación y cumplimiento de sus objetivos.
REFLEXIONEMOS EN LOS SIGUIENTES ASPECTOS
El Estado es el órgano regulador, supervisor y controlador por definición en el que la sociedad deposita su confianza para el cuidado de su seguridad y lo provee de recursos a través de impuestos para tal efecto. Por tanto, debe señalar conflictos de interés tanto del sector privado como del público.
El nivel de conocimiento científico que ha alcanzado la humanidad ha posibilitado el desarrollo de medios de protección como las vacunas, para una pandemia en desarrollo, en la que las diferencias en sus impactos se han producido como consecuencia de malas o tardías decisiones o fallas en la comunicación principalmente de los dirigentes, pero se cuenta con la información y la metodología para evaluar los impactos de la tecnología.
Las denuncias de conflicto de interés sobre estudios patrocinados por empresas se han enfocado en el origen del financiamiento y no, como deberían hacerlo, sobre la calidad y fortaleza de los estudios y su metodología empleada.
La revolución y globalización de la información ha impactado seriamente el conocimiento social, modificando los niveles de aceptación y manejo de riesgos, esto implica una mejor, más eficiente y sólida comunicación de los órganos reguladores, que aumenta su credibilidad y confiabilidad.
El uso de estrategias de descalificación y denostación de interlocutores y la intimidación y desinformación de la sociedad solo genera confusión y desconfianza y no apoya ni permite objetivos de mejora conducidos en conjunto. Normalmente, estas prácticas provienen de grupos con un conflicto de interés opuesto al otro.
En el marco en que se evalúa el conflicto de intereses, la generación de soportes para pugnar la información generada por o con apoyo de la industria, se hace con financiamientos de organizaciones de activistas, que tienen su propia agenda e intereses y que en muchas ocasiones por no perder estos recursos se convierten en lo que prometieron combatir.
Finalmente, Estado regulado, el tercero en discordia, debe contar con los recursos humanos, técnicos, científicos y económicos para arbitrar eficientemente estas disputas, si no como suele ocurrir habitualmente, el grupo más poderoso inclinará la balanza y el legítimo interés social será olvidado.
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